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RUTA A

CABEZAS DEL VILLAR

Nuestra última ruta ha sido un auténtico descubrimiento, alternando senderismo, rapel, espeleología y turismo, se ha convertido en la más variada hasta el momento. No la realizamos con anterioridad como suele ser habitual sino que nos dejamos aconsejar por el antiguo cura de Berrocal D. Jesús.  Necesitábamos un guía y ese fue Juanín, un  niño de 10 de años del que deberían aprender los guías del mundo por la ilusión y la ternura con lo que nos enseñaba todo.
Quedamos en la iglesia de Cabezas del Villar y allí nos encontramos con Juanín, nuestro guía, su hermano Luis y Mari Carmen. Nos llevaron por un precioso camino rodeado de encinas, hasta que a unos cuatro kilómetros divisamos la ermita de Zurraquin.
El estilo de esta hermosa ermita parece corresponderse con el gótico isabelino, dada la presencia de arcos ojivales y por la decoración de bolas o granadas, propias del reinado de Isabel la Católica.
Los restos de la ermita se encuentran en un estado de ruinas lamentable. Aún así, con su actual uso ganadero, no dejaba de tener un poderoso atractivo.
Escudo heráldico de la casa Zurraquín.
Seguimos caminando por la dehesa de Zurraquin, y nos acercamos a visitar las ruinas de su torreón. El torreón data del siglo XV, gran parte de él está en estado de ruina pero conserva la fachada principal de la torre en buen estado y en ella se pueden observar su escudo heráldico con una inscripción en la base. La torre finaliza en merlones.
Los dos lados de la torre que han desaparecido parece ser que fue para utilizar la piedra en la construcción de un puente cercano.
Se dice que el señor de Zurraquin era un noble abulense, enterrado en la Iglesia de San Juan, en Ávila, que donó la dehesa a una orden religiosa, 
Posteriormente los del pueblo compraron la dehesa y crearon la Cooperativa de la Dehesa de Zurraquín, que en la actualidad es la dueña de los terrenos.
Continuamos el camino hacia el río Margañán y paramos en un punto singular de la ruta, al que algunos accedieron rapelando.
Se trata de un bloque granítico que en su cara superior tiene un pilancon, en él que dicen, se puede almacenar el agua de ochenta cántaros.
Los pilancones se forman cuando se acumula el agua en pequeñas irregularidades de la roca, provocando la alteración de los minerales más débiles del granito (los feldespatos y las micas). El material degradado sale de la depresión cuando rebosa y va dejando el hueco.
Pilancón
Elegimos una lancha y la sombra de dos grandes bolos graníticos para comernos el bocadillo y esperar a Don Jesús. Mientras estábamos disfrutando de una merecida vimos pasar a una familia de jabalíes (Sus scrofa), unos tres adultos, dos en cabecera y uno en cola y entre medias 6 ó 7 jabatos.
La fotografía inferior da constancia de nuestro paso por un berceal, una comunidad de grandes gramíneas, en las que la especie dominante es el berceo, donde además nos encontrabamos con un tomillo que olía a menta, con jazmines silvestres y otras aromáticas. 
Berceo (Stipa tenacissima)
Jabalí (Sus scrofa)
Continuamos la caminata hasta que alcazamos el cauce del río Margañán. El significado de este nombre no está claro, para algunos es el término bereber "Ma-algannam", que se traduce como "agua del pastor", aunque según otras interpretaciones, vendría del nombre céltico: Mar- (lugar) -gañán (pastos, hierbas) y se traduciría como lugar de pastos.
 
 
Llegamos a la zona donde se encuentran las Cuevas de Malpartida, un lugar en el que el cauce del río desaparece al colarse entre las rocas y discurrir por debajo de grandes rocas de granito.
La cueva tiene una longitud de unos 200-300 m, aunque nosotros recorrimos menos, nos paramos cuando encontramos una charca que cubría más de un metro.
Este paraje se formó cuando grandes bloques de piedra cayeron en el cauce dejando grandes espacios entre ellos. Estos espacios fueron aprovechados por el agua para colarse hacia zonas más profundas y discurrir subterráneamente.
 
Los bloques en su parte superficial son sometidos a la exposición al aire, que los redondea. Sin embargo en las rocas del interior, es el agua el principal agente erosivo y él que forma esas superficies concoideas que se observan en la fotografía. 
Y después del paseo por las cuevas, nos dirigimos hacia Cabezas del Villar, unos más mojados que otros, para dar por terminada la jornada.
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